Maria, el proceso de aprendizaje del comportamiento de tu cuerpo ante los “estímulos” es largo, muy largo. Yo tuve la suerte de poder usar durante un par de años casi diariamente un medidor continuo. Fue maravilloso lo rápido que aprendía, cada día obtenía resultados, bastaba con saber, y anotar en mi memoria, lo que había comido, lo que estaba haciendo (hasta imprimir unos informes y levantarme a la impresora me podían producir bajones) y echar un vistazo cada media hora a la gráfica. Descubrí muy rápidamente que un trabajo rutinario pero que exigía mucha atención y precisión me bajaba el azúcar, que un jefe a mi chepa metiéndome prisa me subía el azúcar, que un siesta de sillón después de comer era debastadora, que un pollo asado un domingo te sube al azúcar durante 6 o 7 horas, te pongas como te pongas…Y eso que entonces no sabía tanto como ahora de hidratos lentos, grasas, proteinas, era puro aprendizaje experimental. Pero es largo sin medidor. Una opción si no tienes medidor es procurar hacer siempre lo mismo varios días seguidos para aprender, y una vez aprendido, cambio de rutina, a aprender ... En mi caso lo hice durante un tiempo. Pero lo pude hacer por que coincidió durante una etapa de mi vida en que mi trabajo y mis rutinas eran muy estables, es decir, me levantaba siempre a la misma hora, desayunaba siempre lo mismo, iba andando a trabajar, hacía el segundo desayuno siempre igual, hacía casi siempre el mismo tipo de trabajo, comía en el curro lo mismo, y salía a la misma hora, vuelta andando a casa … y así todos los días excepto los fines de semana, que cambiaba mis rutinas y me daba algún alegrón. Una pelmada, no sé si habría soportado mucho más tiempo así la verdad.