El problema no está en el tema “barrendero”, me parece a mí, sino en la conducción cotidiana de un vehículo... Y ese me parece un tema muy complejo y polémico. Polémica en la que lo único que puedo plantear es lo que siento, con todas mis contradicciones:
yo conduzco. Y no pienso dejar de hacerlo, no porque lo disfrute, sino porque me facilita la vida; no hacerlo me la dificultaría sobremanera. Y no me da la gana añadir más dificultades de las que esta sociedad y los conflictos vitales comunes me ponen. Ahora bien, yo soy muy consciente de los peligros; soy muy consciente de mi cuerpo y mi auto-escucha es muy buena (y así y todo tengo fallos garrafales y contradicciones a montón, y no puedo comprenderlo todo, ni mucho menos, ni controlarlo todo, ni puedo ni ganas).
Y desde luego, yo tengo muy claro que no haría un trabajo de varias horas al volante. ¿Por qué? Porque sé que mi cuerpo no aguanta bien esos niveles de estrés. La pregunta del millón es la siguiente: ¿Son todas las personas conscientes de sus capacidades y responsables consigo mismas y con el entorno? Y, aún siéndolo, ¿es evitable todo accidente? ¿Nos vamos a meter en una burbuja y a no vivir porque tengamos problemas? Son preguntas que cada cual debe hacerse, y actuar en consecuencia. Y asumiendo las consecuencias también.
Un estado social debería, en mi humilde opinión, regular de manera básica y mínima según qué situaciones para facilitar la convivencia. Pero siempre será poco y no podrá atender todas las situaciones posibles. Y siempre será injusto si se atiende cada caso con un patrón general, porque la generalidad sólo sirve en pocas ocasiones, y tiene muchas excepciones. Dicho todo este rollo, nos quedamos en lo mismo... Cada caso particular debería ser estudiado y, en muchas ocasiones, suponer la apertura a legislaciones más amplias, participativas, etc. Siento muchas veces que me he caído de un mundo utópico, y me he encontrado entre humanos, más humana si cabe, y con más “fallos” de los que mi mente querría asumir. Eso es la vida. Creo que a ese barrendero deberían hacerle más pruebas, si es necesario, y darle la posibilidad de seguir con su trabajo. Pero de nuevo esto lleva a más preguntas: ¿Quién va a hacer las valoraciones? ¿de qué manera? ¿con qué conocimientos no sólo teóricos, sino experienciales? Usease, una pescadilla que se muerde la cola. Así que insisto: lo indispensable (además de todo lo externo que pueda ayudarnos, pero que no depende de nuestros actos) autoconocerse y responsabilizarse de las propias acciones. Y, si algo lo queremos claramente, algo que esta sociedad con sus normas no nos permite, o las saltamos bajo nuestra responsabilidad, o emprendemos acciones que impulsen cambios. Sin perder de vista que esas acciones no van a tener efectos inmediatos, ni mucho menos... C'est la vie.
Lo dejo por hoy, que ya llevaba demasiados días sin teclear y sin filosofar palabreramente, y ya me duelen los dedos
Besos