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elena

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Cómo ayudar a su hijo.
« en: Junio 06, 2016, 11:12:39 am »
Cómo ayudar a su hijo - Guía Para padres
 

Siempre supone un gran "trauma" cuando uno de nuestros hijos es diagnosticado de diabetes. Quizás usted ya sepa que la diabetes es un enfermedad crónica cuya curación todavía no está tan cercana como todos desearíamos. El futuro de sus hijos se vuelve incierto y, además del tratamiento con insulina, le preocupa la posibilidad de complicaciones futuras. Tampoco sabe si será posible que su hijo tenga una vida feliz y completa por tener diabetes. Todos estos pensamientos y preocupaciones que le rondan por la cabeza aunque son desagradables representan únicamente una respuesta emocional perfectamente normal. Cuando no sabemos cómo enfrentar una situación cualquiera esto nos genera ansiedad siempre.
 Cuando su hijo experimenta cualquier problema, esto supone un factor de stress y preocupación para toda la familia, especialmente al principio hasta que usted va aprendiendo sobre la enfermedad y como controlarla. Pero a la larga va aprendiendo a controlar aquello que al principio le parecía amenazante sin que le genere tristeza o ansiedad, aunque si esto no ocurriera y Ud. se siente incapaz por si mismo de resolver los conflictos que la llegada de la diabetes ha producido a su familia, no dude en pedir ayuda, a veces a asociaciones de padres de niños con diabetes un psicólogo con experiencia en diabetes son los que pueden ayudarle a encontrar la "salida".

 En ocasiones el diagnóstico de "diabetes" puede resultar un "punto de partida" para unas nuevas relaciones dentro de la familia en las cuales toda la familia interactúa de una manera más consciente.
 Cuando usted es capaz de ser un buen "apoyo" el ayudar a cuidarse a un niño con diabetes puede ser una tarea con ciertas recompensas, sobretodo cuando comparta con el niño los progresos que vaya haciendo.
 Uno de los objetivos que Ud. tenía para su hijo tiene que permanecer igual enseñar a su hijo a disfrutar de la vida cuando te pones un objetivo, salvar los obstáculos y finalmente disfrutar de los éxitos. Cuando usted se relaciona con otros padres que tienen un hijo con diabetes enseguida aprende que existen muchos caminos diferentes por los que Ud. y su hijo pueden llegar a salvar todos los inconvenientes. Puede aprender a adaptarse a la diabetes de tal manera que sea otra parte más de su vida familiar y que su hijo puede esencialmente crecer y desarrollarse como cualquiera de sus hermanos o compañeros de la misma edad.
 Los niños con diabetes puede que tengan que mantener ciertas normas y es posible que sus compañeros tengan que adaptarse y aprender a respetarles como una cosa natural de convivir con su amigo con diabetes. Si el niño es obligado a realizar un comportamiento distinto como consecuencia de la ansiedad de sus padres, entonces se puede interrumpir el normal desarrollo del niño.
 Hay que animarlo a participar en todas las actividades y juegos del resto de los niños de su edad pero, como es lógico, permitir al niño participar en actividades que se consideraban "prohibidas" como asistir a una fiesta o a cumpleaños y comer como el resto de los niños.


Algunas normas generales

 El control de la diabetes es muy importante pero nunca lo será más que el mismo niño. No debemos permitir que la diabetes sea el único eje fundamental de la relación con el niño, porque esto hace que el niño no sea visto como realmente es con sus virtudes y defectos haciendo además muy difícil que el niño desarrolle un sentido de quién es y quién quiere llegar a ser. Después de haber hablado con adultos que han tenido diabetes desde niños lamentaban que muchas veces sentían que lo único que les importaba a sus padres eran sus niveles de azúcar.

 Hay un principio clásico y muy aceptado en la Psicología del desarrollo y es que la mejor manera de facilitar el desarrollo es cuando aquellos que educan niños se ponen como meta alcanzar la llamada "zona de la próxima etapa de desarrollo". Esto significa que se tienen que presentar a los niños tareas que en ese momento no pueden realizar, pero que se espera que en poco espacio de tiempo pueda alcanzar.
 Así si ya sabe que la mayoría de los niños comienzan a autoinyectarse insulina sobre los 9 años de edad entonces deberá entre los 7-8 años de edad hablarle al niño de la autoinyección dejando que el niño experimente y, esperar a que el decida el momento de comenzar.
 Los pasos hacia atrás son una manera normal de avanzar; así que si de repente su hijo comienza a no realizar alguna tarea que antes ya realizaba, déjelo, no lo regañe. Todos hemos oído hablar de niños que ya habían comenzado a pedir "el pipí" y de repente, pueden empezar a hacerlo de nuevo por ellos mismos.
 En ocasiones su hijo puede estar diciéndole que simplemente necesita un "respiro" que lo que se le está pidiendo en ese momento puede ser demasiado para él y, en otras ocasiones, puede estar jugando con Ud. y ponerle a prueba hasta los límites como cualquier otro niño lo hace. En cuál de las dos situaciones que nos encontramos es difícil de saber para cualquier padre, pero si escucha a su hijo y aprende a conocer como son normalmente sus reacciones, entonces quizás pueda adivinarlo y entonces actuar en consecuencia. Como los padres de cualquier niño, los padres de un niño con diabetes debe de esperar que su hijo vaya superando pruebas cada vez más difíciles pero apropiadas a la edad.

 La manera en la que su hijo ve la enfermedad y cumple con la exigencia de la misma, va a ir lógicamente variando de acuerdo a su edad y a su grado de maduración. Cada edad se plantea diferentes dificultades en relación con el tratamiento que realiza. Así durante el transcurso de sus vidas los niños van explorando y encontrando diferentes maneras de ver y aceptar el tratamiento y estas tareas adaptativas van a ir resolviéndolas según sus preferencias individuales y otras serán resueltas por todos los niños de manera parecida al alcanzar las distintas etapas del desarrollo. Así mientas los niños menores de 4-5 años se olvidan frecuentemente de su diabetes porque existen multitud de focos de atención para ellos, en el caso de los adolescentes puede que tengan tan presente su diabetes que incluso pueden llegar a presentar una depresión.
 La diabetes va a ir presentando nuevos problemas en cada edad y en cada etapa del desarrollo, incluso en aquellos casos en que un niño ha vivido durante años con un perfecto equilibrio con su diabetes puede llegar un mal día en que se provoca una crisis en la relación que tenían con su diabetes y su tratamiento.

 Creo importante que los hermanos del niño no sufran por la diabetes de su hermano. No deben de ser nunca obligados a cumplir las normas del tratamiento sólo por ser "justos" con el hermano con diabetes, pues esto solamente puede conducir a crear resentimiento, ellos tienen que encontrar sus propios caminos para tratar con la diabetes de su hermano y generar apoyos positivos pero nunca porque se les esté recordando constantemente que deben de hacerlo. Ellos tendrán siempre una "responsabilidad limitada".


Diabetes y el desarrollo infantil 

Pre-escolar

Los niños muy pequeños no pueden entender realmente su diabetes. Ellos aún tienen una imagen muy simplificada de la enfermedad; es algo que, al final, siempre tiene una cura. Su comprensión del mundo y de la relación causa y efecto es, hasta este momento, algo casi mágico. Son incapaces de asimilar el significado de una enfermedad crónica ya que no tienen una idea clara del futuro. Todo lo relativo a la diabetes y su terapia tiene que ser explicado muy sencillamente. Concéntrate en los aspectos prácticos de la terapia tal como el niño la experimenta en ese momento. La terapia debe ser tan sencilla como sea posible, de forma que el niño no necesite ser supervisado permanentemente. Una terapia convencional de insulina con un programa y unas reglas claras acerca de la comida es lo más apropiado a esa edad. Cualquier niño en esta etapa del desarrollo necesita pautas claras de sus padres. Es de primordial importancia evitar los riesgos extremos de severa hipoglucemia con pérdida de consciencia y severa hiperglucemia con cetoacidosis. Esta debe ser la meta principal de la terapia en esta edad.

 Los padres tienen que explicar al niño, una y otra vez, por qué ciertas cosas deben ser hechas en la terapia, y esto debe hacerse de una forma no amenazadora. La terapia debe convertirse en una parte natural y habitual del día. Los temas esenciales de la terapia no pueden ser objeto de debate y discusión. Nunca discutirías con un niño de esta edad sobre cruzar sólo una carretera con mucho tráfico y no puedes hacerlo sobre la insulina. Puedes suavizar la situación para el niño, si eres capaz de integrar parte de su terapia en sus juegos; por ejemplo, manteniéndolo distraído cuando se está inyectando. En esta etapa, como padre, estarás controlando personalmente toda la terapia. Sin embargo, tu hijo podría ir probando a realizar parte de ella él mismo, con tal de que esté supervisado. Intenta que haga cosas con probabilidad de éxito y nunca le culpes si comete un error, incluso aunque te inquiete. De esta manera el niño puede desarrollar y crecer en su terapia de la misma manera que aprendió a vestirse, asumiendo gradualmente un papel cada vez más activo.


Niños en edad escolar (6-10 años)

 Generalmente, los niños en la edad escolar de primaria se acostumbran a su terapia bastante rápido. Ellos tienen mucho interés en aprender nuevos conocimientos y habilidades y se interesan en cómo funcionan las cosas. En esta etapa tienen un mejor conocimiento de lo que significa la diabetes y cómo funciona la terapia. La terapia de la diabetes, en la que el niño puede ahora tener un papel más activo, llega a ser una habilidad técnica de la cual el niño está orgulloso a menudo. De esta forma la terapia puede individualizarse gradualmente. A veces, a los niños les gusta mostrar a otros como cuidan su diabetes. En esta edad tienen una actitud bastante racional hacia la diabetes. Ellos hacen lo que sea necesario para regresar a sus juegos tan pronto como puedan. A menudo, los padres sufren más con la diabetes que su hijo; les resulta difícil creer que su hijo conviva con la terapia día a día sin mostrar signos de angustia.
 Esto no quiere decir que los niños no estén, de vez en cuando, tristes o enfadados por su diabetes, pero este sentimiento pasa, generalmente, bastante rápido. Pueden también, alguna vez, olvidar algo bastante importante y hay que recordárselo. Si escuchas a tu hijo y le permites que exprese estos sentimientos, puede que te sorprendas de lo rápidamente que tu hijo se anima (probablemente antes que tú) y vuelve a lo que estaba haciendo. Si el problema continúa durante un periodo largo de tiempo y ves que no estás haciendo progresos, intenta no agravar el problema implicando a toda la familia en un tira y afloja, procura obtener ayuda de tu médico o de un sicólogo.


Prepubertad y pubertad

 En esta etapa la diabetes se hace un poco más difícil. Los adolescentes tienen fama de tomar todo muy seriamente, particularmente a ellos mismos. Ellos también van de un fuerte impulso hacia la independencia a una dependencia ansiosa, casi infantil.

 Los adolescentes se fijan muchas tareas nuevas y difíciles:


•  Son críticos consigo mismo y juzgan sus propias fuerzas y debilidades a través de los ojos de sus amigos. No tienen un sentido equilibrado de la autoestima y tienen que esforzarse para sentirse bien con ellos mismos.
• Tienen que desarrollar su propia opinión sobre las conductas convencionales, modas y sobre ideas generalmente aceptadas.
• Tienen que encontrar su papel entre los de su grupo.
• Hacen sus primeros intentos para separarse de sus padres.
• Comienzan a tener relaciones románticas y sexuales.

 Estas tareas pueden a menudo llevar a la incertidumbre y mal humor. Se acentúa el estrés de la diabetes y su terapia, que, en esta situación llega a estar vinculado con su autoestima. Su cuerpo e imagen social está en peligro. Los adolescentes procuran esconder su diabetes y no están dispuestos a hablar de ella. Los riesgos de complicaciones a largo plazo, que en edades más tempranas no se entienden, de repente toman un nuevo significado. En este punto es muy importante y, desgraciadamente, también muy difícil que los padres y profesores:

 1. escuchen cuando un niño tiene problemas con su diabetes y
 2. ofrezcan una cantidad sana de apoyo (ni mucha, ni poca)

 Para los adolescentes con diabetes es de central importancia que sean capaces de tomar parte en todas las actividades de su grupo de amigos, incluyendo aquellas que implican riesgo y aventura. Pasarán las tardes en discotecas, experimentarán (desgraciadamente) con el tabaco, con el alcohol y quizás incluso drogas. Van a necesitar un tratamiento flexible de insulina (por ejemplo, terapia intensiva de insulina o si ellos no son gustosos o fiables, una bomba de insulina). Unas expectativas demasiado optimistas de control metabólico regular durante los turbulentos años adolescentes será probablemente una causa innecesaria de decepción y conflicto, ya que ninguna terapia puede mantener el mismo ritmo de cambio de la rutina diaria, la actitud y el nivel de actividad que un adolescente demanda.

 Los adolescentes son sumamente sensibles a la presión o fuerza. Las reglas deberían ahora restringirse a lo estrictamente necesario de la terapia, las cosas que son necesarias para la supervivencia (por ejemplo, deben inyectarse, pero anotar en el diario podría ser discutible). No tiene sentido obligar a un adolescente a mantener un diario. Si ellos quieren salir de él lo harán y podría significar horas descifrar lo que, a decir verdad, es una lista de números al azar. No te asustes demasiado por las lecturas de glucosa en sangre singulares – concéntrate en cómo te va el HbA1. Esto puede reducir el número de conflictos familiares y permitir que os concentréis en otras cosas importantes, sin descuidar la diabetes. A los adolescentes, normalmente, no les gusta que sus padres les elogien. Quieren ser tratados como iguales, donde sus deseos y necesidades sean tomados seriamente sin prejuicios.

 Los adolescentes tienen que encontrar su propia forma de vivir con la diabetes. De acuerdo con su personalidad podrán ser más o menos conscientes o descuidados. Ambas cosas tienen ventajas y desventajas. Intenta respetar el camino que tu hijo elija en ese momento y apóyale en sus intentos para crear una relación lo mejor posible con su enfermedad. Alguna vez, esto te pondrá nervioso, pero intenta no preocuparte demasiado. Es importante para los adolescentes tomar riesgos y probar límites, incluso con diabetes.


Cómo evitar dificultades 

 Intenta aceptar a tu hijo como es, con sus virtudes y debilidades y no pongas demasiado énfasis en la diabetes, a pesar de tu preocupación.
 El niño sobreprotegido no aprende a tomar responsabilidades por sí mismo. Él puede estar dependiendo de ti demasiado tiempo y, luego, ser incapaz de encontrar un manejo propio de la terapia, conveniente cuando deje tu casa y tu constante cuidado. Como principio básico, es una buena idea mostrar a tu hijo que puede hacer lo que otros niños hacen, siempre que respete ciertas reglas de terapia. De esta manera, él dirigirá su atención en lo que puede hacer y no en lo que no puede. Organiza actividades de forma que tu hijo se dé cuenta de que no hay restricciones en las cosas importantes de su vida. Al mismo tiempo, elabora un programa diario de autoayuda, en el que el niño vaya ganando confianza en sus habilidades. Intenta que la terapia sea tan clara y sencilla como sea posible y permite pequeñas libertades, alguna vez, a medida que el niño crece. De esta forma tú puedes enseñarle qué errores son relativamente poco importantes y cuáles pueden tener graves consecuencias.
 Es un poco como enseñar a tu hijo a cepillarse los dientes, labor que para la mayoría de los niños pequeños es una tarea aburrida y sin sentido. Ellos al principio no entienden las caries o los empastes y les aparta de lo que ellos quieren hacer. Sin embargo, es algo sobre lo que no discutes, aunque no es una amenaza tan extrema como no inyectarse. Ellos lo van haciendo día tras día y, aunque no se convierte en algo muy interesante, llega a ser parte de su vida y, al final, empiezan a sentirse incómodos si no lo hacen.
 Por encima de todo, intenta escuchar lo que tu hijo te cuente sobre su diabetes, particularmente cuando esté enfadado o triste por sus restricciones diarias. Estos sentimientos son normales y son, psicológicamente, una reacción sana ante su situación. Él necesita consuelo. Los niños pequeños pueden distraerse fácilmente. Cuanto más crezca el niño más problemáticos son los intentos para contener o debilitar sus sentimientos fuertes o negativos. Tu hijo se calmará por decisión propia si tú le escuchas y le muestras comprensión. No culpes a tu hijo por lecturas de glucosa en sangre altas. Úsalas como un misterio que ambos podéis resolver juntos.

 Deja que tu hijo participe en tantas actividades como pueda. Si hay algo fuera de lugar explícale porque es así. Busca compromisos. Implica a tu hijo cuando informes sobre su diabetes (colegio, clubes deportivos, etc.).
 De otra forma él puede sentir que le has dado la espalda. Además él será quién acepte las consecuencias del debate. Como todos los niños, es importante que el chico con diabetes pueda seguir adelante con sus propios intereses con respecto al colegio y posterior educación. No le conduzcas a restricciones innecesarias a causa de su diabetes. Recurre de vez en cuando a la ceguera si tu hijo usa su diabetes como instrumento para evitar algo, o si es demasiado flexible con la realidad de su enfermedad. Con las exigencias constantes de su terapia, es comprensible que busque una escapatoria de vez en cuando.

 Puede ser útil conocer a otros padres de niños diabéticos, sobre todo al comienzo, cuando te sientes inseguro de ti mismo. Puedes encontrar personas dispuestas a ayudarte a través de tu médico o clínica. Quizá haya un grupo de ayuda mutua con el que puedas contactar. Los grupos son buenos para encontrar soluciones mejores y nuevas a problemas que puedas tener y encontrarás personas que estén dispuestas a escuchar y que entiendan cómo son las cosas cuando nada parece ir bien. Puede ser útil intercambiar ideas. Incluso en el comienzo de tu relación con la diabetes, podrías encontrar que has resuelto un problema de una forma nueva en la que otro padre no había pensado todavía.

 A los niños más pequeños, hasta la edad de 10 años, les gusta hacer cosas en grupo, bien con otras familias o en grupos de niños diabéticos: se sienten seguros, aprenden mucho de los otros y pueden desarrollar un sentido de a su propia identidad como alguien que tiene diabetes, que es activo y que sabe lo que quiere de la vida. Los niños mayores prefieren simplemente limitarse a su círculo de amigos sin que la diabetes sea la única cuestión en su vida. Este cambio es comprensible y necesario en esta etapa de desarrollo de tu hijo. Asegúrate de que pueda hacer frente a una buena parte de su terapia por sí mismo para ese momento. A veces resulta difícil permitir que tu hijo experimente cosas nuevas, alguna de las cuales pueden conllevar algún riesgo. Intenta confiar en él para que desarrolle sus propias soluciones en esta edad. Si observas cómo se relaciona con su grupo y cómo se enfrenta a otras áreas de responsabilidad, podrás tener una valoración de cuánto puede arreglárselas por sí mismo. Asegúrate de que sepa como evitar extremos metabólicos y cómo obtener ayuda en las emergencias.



 
 El artículo completo:

 http://clinidiabet.com/es/infodiabetes/educacion/viviendo/infantil/04.htm

Diabetes tipo 1 desde el 2000. Usuaria de bomba de insulina desde 2005. Ultima hemo 6,4